Así empezó todo
- Fabián
- 7 jun
- 1 Min. de lectura
Durante muchos años trabajé en auditoría de sistemas, enfocado en riesgos, controles y procesos.
Soy Analista Programador de formación. Me gustaba —y me sigue gustando— la lógica, el orden, los sistemas bien pensados. Pero con el tiempo sentí que necesitaba algo distinto. Algo más tangible.
Me anoté en un curso de pastelería, sin grandes planes.
Poco después, en un taller al que fui por curiosidad, conocí a un chocolatero argentino. Verlo trabajar me dejó quieto. Me llamó la atención su manera de hablar del chocolate, de mover las manos, de cuidar cada detalle. Me generó curiosidad. Y cuando algo me genera curiosidad, necesito probar.
Probé.
Al principio en casa, por las noches. A veces salía bien, otras no tanto. Pero había algo en el proceso —pintar, templar, rellenar, cerrar— que me atrapaba. Me gustaba el silencio que requiere. El foco. La repetición.
Con el tiempo pasé de hacerlo para mí a hacerlo para otros.
Primero familiares, después amigos, después gente que no conocía.
Y sin buscarlo demasiado, me encontré abriendo un taller, un local, y dándome cuenta de que ya no era solo un pasatiempo. Era mi trabajo. Mi oficio.
Hoy hago bombones todos los días.
Y aunque hay días largos, no me canso.
Porque en ese gesto de repetir algo con cuidado, de prestar atención, de hacer con las manos, encuentro una forma de estar bien.
Commenti